La intolerancia a la lactosa es una enfermedad infradiagnosticada. La mayoría de los sufren esta enfermedad son capaces de tolerar pequeñas cantidades de lactosa al día. Esto, unido al hecho de que sus síntomas son algo inespecíficos, hacen complicado conocer la incidencia real de esta enfermedad en España.
Actualmente, se calcula que en torno al 30% de la población española padece intolerancia a la lactosa, según los datos de la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD).
Los expertos abogan por evitar el autodiagnóstico o el “auto tratamiento” de la enfermedad y acudir a un especialista. Las pruebas de ADN para detectar la intolerancia a la lactosa son muy sencillas y no invasivas, siendo una opción recomendable para discernir las precauciones a tomar.
¿Qué es la intolerancia a la lactosa?
La lactosa es un tipo de azúcar que se encuentra en algunos alimentos, principalmente en la leche, sus derivados y algunos alimentos procesados.
Una intolerancia a este azúcar supone que el intestino delgado no es capaz de absorberla bien, dando lugar a síntomas que pueden llegar a ser realmente incómodos para quien los padece.
¿Cómo se desarrolla la intolerancia a la lactosa?
La intolerancia a la lactosa se puede dar de tres maneras:
De forma congénita
Es una enfermedad heredada, que se sufre desde el nacimiento.
Temporal
Como consecuencia de otras enfermedades – generalmente relacionadas con el intestino – se pierde la capacidad de absorber bien este azúcar.
Adquirida
Es la más común. Se pierde esta capacidad de absorción de manera progresiva. Si bien no nacimos con este problema, poco a poco aparece y se van incrementando los síntomas procedentes de esta intolerancia.
Síntomas que podrían indicar una intolerancia a la lactosa
Si tienes sospechas de que podrías ser intolerante a la lactosa, lo recomendable es realizarse una prueba de ADN para discernirlo. Entre los síntomas que pueden hacerte sospechas, se encuentran los siguientes:
- Náuseas
- Diarrea
- Dolor abdominal
- Gases
- Hinchazón
- Vómitos
- Dolores de cabeza, musculares y de articulaciones
- Cansancio intenso
- Falta de concentración
- entre otros síntomas.
Por norma general, los pacientes que son intolerantes a la lactosa dicen sufrir varios de los síntomas enumerados al mismo tiempo.
Pruebas de intolerancia a la lactosa
Muchas veces, un “auto diagnóstico” puede llevarnos a confundir una intolerancia a la lactosa con una sensibilidad a ella o incluso con una alergia a alguno de los componentes de la leche.
Por ejemplo, los estudios indican que existe una relación causa-efecto entre dejar de tomar leche y el aumento a la intolerancia a la lactosa. Esto hace que si nos auto-diagnosticásemos como “intolerantes” y no lo fuésemos, si dejáramos de tomar lactosa podríamos provocar la aparición real de esta intolerancia.
Por ello y aunque no es una enfermedad peligrosa, es importante realizar un buen diagnóstico con métodos fiables para, así, proceder al tratamiento adecuado en cada uno de los casos.
Si tienes los síntomas de esta intolerancia, te animamos a confirmar tus sospechas.
Tipos de pruebas
Dentro de las formas de diagnosticar esta enfermedad, encontramos dos tipos de pruebas que podremos hacernos.
Pruebas invasivas
Para realizar una prueba invasiva de intolerancia a la lactosa será necesario la intubación del intestino o la obtención de las muestras para el análisis a través de una endoscopia del tracto gastrointestinal superior.
Pruebas no invasivas
Con una prueba no invasiva, la obtención de la muestra es sencilla. Dependiendo del tipo de prueba que hagamos, podremos necesitar una muestra de sangre, orina, heces o de aliento exhalado en unas bolsas preparadas para recoger este tipo de muestra.
Aunque quizá el método más común sea el test de hidrógeno espirado, el test de ADN (una prueba no invasiva que requiere una muestra de sangre del paciente) tiene una fiabilidad de prácticamente el 100%.
Cómo funciona el test de ADN de intolerancia a la lactosa
Este test determina con un análisis de una muestra de sangre o saliva si existe o no la enzima encargada de metabolizar la lactosa.
El método más seguro es analizar si el gen MCM6 (que controla a la enzima de la lactasa) produce con normalidad esta enzima. Si fuera así, no habría intolerancia a la lactosa. En caso contrario, sí que estaríamos hablando de una intolerancia.
Normalmente, el proceso será el siguiente:
- El paciente ingerirá una cantidad de lactosa suministrada por el doctor o el laboratorio en cuestión.
- Cada cierto tiempo, se tomarán muestras de sangre al paciente. Generalmente, se tomarán tras 30 minutos después de ingerir la lactosa, luego una hora después y dos horas después.
- Tras la recogida de muestras, se medirán los niveles de glucosa para determinar si sus niveles son indicativo de intolerancia o no.
Este método es rápido y sencillo para el paciente, ya que no es invasivo y no conlleva riesgo alguno. Al ser un test válido para comprobar la intolerancia hereditaria, la información podrá dar luces sobre la probabilidad de que otros familiares directos padezcan esta enfermedad.
Tratamientos tras el test de intolerancia
Una vez diagnosticada la intolerancia y teniendo en cuenta el grado de la misma, el tratamiento es sencillo. Por norma general, será suficiente con reducir la ingesta de productos que contengan lactosa.
La mayoría de los intolerantes pueden tolerar ciertas cantidades de lactosa diarias, proporcionales a un vaso de leche de vaca. Otros deben evitar la ingesta de esa cantidad de golpe, pudiendo dispersarla en varios alimentos a lo largo del día. En los casos más severos, tendrá que evitarla por completo.
Además de la reducción de este componente en la alimentación, podría ser necesaria la administración de lactasa exógena o la ingesta de probióticos.
Texto revisado por la Doctora Pilar Arca Miguélez, Responsable Científica de Ampligen